La señora de Castro
Se llama Dalia Soto. Es la mujer con la que Fidel Castro se casó en 1980 y que habitualmente se mueve a la sombra del comandante
Fuente
El mundo
Por: ANGEL TOMAS GONZALEZ
LA HABANA.- Se llama Dalia Soto y es la madre de cinco de los ochos hijos de Fidel Castro. Lograr captar la imagen de la 'primera dama' de Cuba y, sobre todo, poder publicarla, es una misión difícil. Celoso guardián de su intimidad, pocos saben en la Isla que dos de los vástagos de su comandante son unos cerebros de la informática.
Cuando se habla con cubanos o extranjeros residentes en la Isla sobre la vida privada de Fidel Castro, hasta las voces más estridentes se transforman en un susurro. El gesto también cambia. Los ojos miran a los lados, atrás, abajo y arriba, al cielo: Dios puede ser un agente de los servicios secretos cubanos. Pero la paranoia se hace más evidente y dispara las alarmas cuando pretendes encontrar una foto de la esposa del líder revolucionario. La autocensura en la isla es altamente contagiosa.
Se llama Dalia Soto del Valle. Es rubia de ojos verdes, de unos 60 años de edad, y su foto, varias de ellas, reposan desde hace meses en los archivos de algunos fotógrafos. Han sido escondidas debajo de un silencio amedrentado, como si fueran imágenes de ojivas nucleares trasladadas a Cuba desde Corea a través de un túnel subterráneo. Tras horas de búsqueda y muchas conversaciones estériles la deseada foto finalmente apareció, gracias a que no sólo las cámaras de la prensa toman imágenes en sitios públicos. Pero aun quedaba otro problema que solucionar.
A pesar de que varias personas que aseguran conocerla la han identificado, con la condición de que sus nombres queden en el anonimato, no es posible lograr confirmación oficial que identifique a la señora que aparecen en la foto de portada de este suplemento como la esposa del presidente.
En Cuba obtener la versión oficial de muchos asuntos es complicado.La mayor parte de los dirigentes y funcionarios evitan dar una confirmación a la prensa si no están debidamente autorizados «desde arriba». De este modo, un hecho es oficial cuando lo cita Castro en sus discursos o si aparece en un editorial del periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba. También la palabra de un ministro, en una conferencia de prensa citada por el aparato del gobierno, puede dar certificación oficial a un tema. Pero aceptar o negar la identidad de la esposa del presidente es algo que sólo puede hacerlo el propio Castro. Ninguna otra persona con responsabilidades en el gobierno va a hacerlo si no ha sido debidamente autorizado por el presidente.
Vida privada
Durante sus 42 años de gobierno, Fidel Castro ha marcado una inflexible y opaca separación entre su vida pública y su privacidad.La seguridad de su familia, dice, justifica esta postura alega los 600 intentos de atentado contra su persona organizados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos y grupos radicales del exilio , y también afirma que desea conservar un espacio para su libertad individual.
Por esas razones, y algunos otros motivos, lo cierto es que Fidel Castro nunca se ha mostrado públicamente junto a su esposa y tampoco la prensa local ha difundido fotos o comentarios sobre su matrimonio y sus hijos. La mayor parte de los cubanos poco o nada conocen sobre la vida privada de Fidel, ni tampoco manifiestan un sobresaliente interés por saberlo.
Pero en los últimos meses se ha percibido un discreto cambio en el entorno de la imagen pública del presidente cubano. Dalia Soto del Valle ha estado presente durante este último año en unos cinco actos oficiales liderados por el padre de sus hijos.Nunca junto a su esposo, pero sí cerca de él. En la última ocasión, desfiló en la cuarta fila de la gigantesca marcha que caminó el malecón habanero, frente a la Oficina de Intereses de Washington, el 26 de julio. Llevaba gorra para protegerse del sol, vestía camiseta verde y, a los fotógrafos que se le acercaron, les mostró su alegre y permisiva sonrisa.
En febrero, durante la celebración anual del Festival del Habano, la noche de la subasta de cajas de puros celebrada en el Tropicana, Dalia Soto del Valle estaba sentada en una de las mesas con su hijo Alejandro y una amiga de éste. Castro acudió también a esta puja, que destina el dinero recaudado a hospitales infantiles.Pero su primera aparición pública, al menos la primera detectada, fue durante el encuentro de béisbol entre los equipos de Venezuela y Cuba, dirigidos por los presidentes Chávez y Castro, respectivamente, en el estadio de La Habana, en noviembre de 1999.
La letra 'A'
Castro, a su manera, está desvelando el misterio que rodea su vida familiar. Él sabe, porque conoce perfectamente la sociedad cubana, que la asistencia reiterada de su esposa a recientes actos oficiales va a ser un hecho conocido y comentado. Pero este lunes 13 de agosto cumple 75 años de edad y es muy lógico que tenga interés en ir descubriendo su perfil más desconocido: el del hombre que se ha pasado la vida postergado tras su avasalladora personalidad política.
Si tiene ese propósito, de acuerdo con su peculiar estilo de dirigir la política de su país, hará que la participación pública de su esposa se convierta, poco a poco, en un hecho real y cotidiano. Aborrece que sus asuntos personales tengan trascendencia noticiosa.
Fidel Castro y Dalia Soto del Valle, según afirman fuentes que han pedido no ser identificadas, se conocieron durante la campaña de alfabetización en el año 1961 y desde entonces comenzaron a tener una relación de pareja. Ella, al parecer, era maestra y vivía en el pueblo de Trinidad, hoy provincia de Cienfuegos, donde su familia tenía una finca. Tienen cinco hijos varones y sus nombres comienzan todos con la letra A: Alexis, Alex, Alejandro, Antonio y Angel. El primero debe tener alrededor de 38 años, el último unos 26. La reiteración de la letra A pudiera explicarse porque Castro se llama Fidel Alejandro, su padre era Angel Castro y porque el líder cubano es un confeso admirador de Alejandro Magno.
Hay otros tres hijos nacidos en la década de 1950, mucho antes del triunfo de la revolución. Fidel (Fidelito) Castro Díaz Balart, hijo del matrimonio con Mirta Díaz Balart, Jorge Angel Castro y Alina Fernández, radicada en Miami. Los dos últimos nacieron de diferentes relaciones extramatrimoniales.
Castro no ha favorecido que ninguno de sus ocho hijos se dedique a la política o que ocupe cargos relevantes en el gobierno o el Partido Comunista de Cuba. Fidelito ha sido el único que ha tenido cierta responsabilidad gubernamental. Graduado en Física en la antigua URSS, donde estudió con el nombre de José Raúl Fernández, fue secretario ejecutivo de la Comisión de Energía Nuclear desde 1980 a 1992.
Su padre, Fidel, lo destituyó personalmente de ese cargo: la ostentación es uno de los pecados revolucionarios que más irritan al presidente cubano. Es un creyente practicante de la austeridad y lo mismo exige a hijos, sobrinos y parientes.
Su familia y la de su hermano Raúl disfrutan algunas comodidades domésticas que están por encima de la media de la población. Pero no poseen lujos insultantes. Y, si se comparan las suyas con las condiciones de vida de otras familias presidenciales de América Latina, los Castro y sus descendientes figuran en el nivel más bajo. Ésa es una de las claves que ayuda a entender la autoridad política que aún mantiene Castro entre sus compatriotas a pesar del natural desgaste de un liderazgo que dura ya 42 años.
Una frontera muy nítida
El empeño de Fidel Castro en trazar una frontera entre su labor como político y su realidad familiar ha diseñado un patrón de conducta para todos los dirigentes del sistema cubano.
Desde los primeros secretarios del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC) en provincias y municipios, vicepresidentes del gobierno a todos los niveles y hasta los ministros del gabinete, presiden los actos públicos en ausencia de sus cónyuges. Y a su vez, las pocas mujeres que tienen altos cargos también imitan el modelo.
Una posible explicación de esta postura tan radical, además de la versión dada por el propio Castro, según relata una señora que lo conoce desde su juventud, es que «él es algo así como un jesuita que no puede prescindir de las mujeres, pero que no las quiere cerca de la parroquia».
Sin embargo, hubo una que además de estar dentro de la «parroquia» también participaba directamente en la celebración de todos los «oficios». En opinión de quienes les han conocido de cerca, Celia Sánchez Manduley ha sido la persona más trascendente en la vida de Castro. Nadie ha podido sustituirla en la confianza y en la dimensión del afecto que sentía por ella el presidente cubano.
Celia Sánchez murió de un cáncer pulmonar en el año 1979. Sólo después, en 1980, Castro legalizó su matrimonio de hecho con Dalia Soto del Valle. Celia, en el gobierno revolucionario, ocupó el cargo de secretaria ejecutiva del Consejo de Ministros y era miembro del Comité Central del PCC. Pero, además de esta responsabilidad formal, fue en realidad durante veintitrés años la amiga devota e incondicional, la ayudante, la consejera en la guerra y la paz, la conciencia y el alter ego de Fidel Castro. Cinco años mayor que el jefe guerrillero, nunca se casó.
De cierto modo llegó a ser la «primera dama» de la revolución y era muy querida popularmente por ser accesible al pueblo y atender directamente los problemas sociales más graves. Ha sido probablemente la única persona en Cuba que discutió cara a cara las decisiones de Castro que creyó equivocadas.
Celia Sánchez Manduley era una de las cinco hijas del doctor Manuel Sánchez Silveira y vivía en los pueblos de Manzanillo y Pilón, al sudoeste de la actual provincia de Granma, en la zona oriental de la isla.
Por su conocimiento de la región y de la gente de las montañas de Sierra Maestra, fue una de las principales organizadoras de la red de campesinos que apoyó logísticamente a la guerrilla castrista, después del fracasado desembarco de diciembre de 1956. Castro la conoció a los tres meses de haberse establecido en la Sierra con su incipiente guerrilla.
Celia tenía 36 años. Era muy inteligente, extremadamente eficaz y, aunque sin un físico deslumbrante, una mujer muy atractiva.Se convirtió en la persona más importante en la vida de Castro.Durante los veintiséis meses de lucha guerrillera, Fidel y Celia fueron inseparables. Tras la muerte de la «primera obrera», ninguna mujer ha frecuentado las tribunas y actos políticos junto al presidente.
Hijos 'públicos'
En las recientes concentraciones públicas alguno de los hijos de Fidel se ha dejado ver con asiduidad. Antonio Castro fue uno de los que salió corriendo para ayudar a su padre cuando éste sufrió una «fatiga momentánea» el 23 de junio, mientras pronunciaba un discurso en el municipio capitalino de El Cotorro.
Es muy difícil conocer con exactitud el número de nietos que tiene el presidente. Fidelito, el primogénito, tiene dos hijos de su primer matrimonio con una rusa; su medio hermano, Jorge Angel es padre de cuatro; la otra medio hermana, Alina Fernández Revuelta, la única que ha elegido el camino del exilio y la disidencia pública, tiene una hija. Hay otros cinco hermanos, los Castro Soto del Valle, pero nunca ha trascendido el número de hijos que tiene cada uno.
Sobre sus ocupaciones se conoce que Alexis y Alex trabajan como programadores informáticos, Alejandro es gerente de una firma estatal de computación, Antonio es médico especialista en ortopedia y de Angel unos dicen que estudia medicina y otros, que se dedica a la mecánica automotriz.
El presidente y su esposa viven en un complejo ubicado al oeste de la capital, en una zona residencial de extensas zonas verdes y escasas viviendas. Como los intentos de atentados contra Fidel Castro, organizados casi siempre en territorio norteamericano, no son precisamente una fantasía, el perímetro de su vivienda está permanentemente controlado por su servicio de seguridad personal.
Castro ha reconocido que a veces echa de menos caminar por el malecón sin la compañía de un grupo de hombres armados y con cara de pocos amigos.
El número de personas que ha tenido acceso a la vivienda del líder revolucionario es mínimo. Pero las informaciones coinciden en que las áreas de visita son muy sencillas en su decoración y con un mobiliario del más sobrio estilo tradicional cubano.Lo único que pudiera calificarse como lujo en el contexto del país es el macro televisor en el que Castro ve los noticieros.
A Fidel le gusta jugar al ajedrez y al dominó. Más que jugar, lo que realmente le gusta es ganar. Lo mismo le sucede en política.Elabora sus jugadas con extrema delicadeza y trata de calcular todas las variantes que debe aplicar para vencer. Es un perfeccionista incurable.
Guerrilla cibernética
Ahora, cuando cumple 75 años, ha retornado a las calles, los teatros y las plazas públicas como hacía en los 60. En los dos últimos años ha delegado en su equipo de gobierno la tarea ejecutiva.
Él está ocupado en nuevos objetivos. Quiere moldear el espíritu y el pensamiento de las más nuevas generaciones de cubanos con ideales políticos y una ética que les permita sostener la revolución cuando él deje de existir.
Nunca ha dejado de ser un guerrillero. Lo sigue siendo en su estilo vital y en su gestión política. La movilidad permanente es disciplina básica y fundamental de un guerrillero. Sobre la base de ese precepto, Castro organiza sus estrategias políticas.
Cuando tomó el poder en 1959 hizo de la televisión su principal canal de diálogo con el pueblo. Ahora libra una nueva batalla contra la globalización ideológica y cultural proveniente de Estados Unidos. Hoy, su fusil se carga con bites. El plan es que la isla se convierta en la Sierra Maestra de una guerrilla cibernética que dispare ideas revolucionarias contra el poder global y el pensamiento único.
Hasta octubre de 1996, en Cuba, Internet era como un cuento de hadas o una leyenda que contaban los turistas. Hoy la isla tiene varios portales y sitios en la autopista de la información. Nada hace suponer que piense abandonar el timón de la nave de la revolución.Semanas atrás ha expresado que los revolucionarios nunca se jubilan.Y para demostrarlo se calzó sus zapatillas deportivas este 26 de julio, y volvió a caminar el malecón habanero al frente de un millón de manifestantes.
Como siempre, hizo el recorrido sin su mujer. Quizás alguna vez ocurra lo contrario y, entonces, la vida privada del último líder revolucionario del siglo XX dejará de ser una conversación en tono susurrado junto al malecón.
Poca siesta y mucho helado
Ha pasado más de la mitad de su vida vestido de uniforme verde oliva y botas. El traje y la corbata los ha usado en no más de diez ocasiones solemnes, y zapatillas deportivas sólo cuando camina al frente de las multitudinarias «marchas del pueblo combatiente» en los dos últimos años. Los cubanos raras veces han visto publicada una foto suya en un momento de ocio. Tampoco comiendo y mucho menos bailando.
La única fotografía en que se le ha visto con uno de sus hijos en brazos fue tomada al inicio de la revolución. En ella sostiene a Fidelito, el mayor de sus ocho vástagos, entonces un niño de nueve años.
La esperanza media de vida de los hombres cubanos es de 75 años.Se dice que quienes logran rebasarla viven más de 85. Castro, a pesar de su avanzada edad, no ha modificado su costumbre de dormir no más de cinco horas diariamente. El día que sufrió una momentánea fatiga en público, el pasado 23 de junio, reconoció que la noche anterior la había pasado en vigilia. Sus horas preferidas para trabajar son durante la noche y la madrugada. Es un hecho infrecuente ver los tres Mercedes Benz negros, en los que se desplaza Castro, transitar a media mañana.
Con sus 75 años, mantiene un ritmo de actividad política parecido al de hace tres décadas. Su fotografía aparece en la primera plana de los diarios nacionales un promedio de cuatro veces a la semana.
Castro prácticamente asiste en la actualidad a todos los congresos, reuniones o graduaciones académicas de los jóvenes cubanos. Sus discursos generalmente son emitidos en directo por la radio y la televisión. La mayor parte de ellos vuelven a ser retransmitidos por la televisión un día después. Su discurso más largo ha sido de siete horas y el más corto, en Cuba, de 18 minutos.
Castro nunca ha permitido símbolos de culto a la personalidad como estatuas y monumentos en vida o gigantescas fotos suyas en las calles. Tampoco su imagen en oficinas ni centros de trabajo.Cuando invita a cenar en el Palacio de la Revolución a alguna comitiva o personalidad que visite la isla, el diálogo con sus huéspedes dura un mínimo de tres horas y un máximo de seis.
Las pastas es uno de sus platos favoritos y como postre el helado.Los deportes que más ha practicado son la natación, la pesca submarina, el baloncesto y el béisbol. Una de sus mayores alegrías es que el equipo cubano de béisbol le gane al de Estados Unidos en los campeonatos mundiales.
LA HABANA.- Se llama Dalia Soto y es la madre de cinco de los ochos hijos de Fidel Castro. Lograr captar la imagen de la 'primera dama' de Cuba y, sobre todo, poder publicarla, es una misión difícil. Celoso guardián de su intimidad, pocos saben en la Isla que dos de los vástagos de su comandante son unos cerebros de la informática.
Cuando se habla con cubanos o extranjeros residentes en la Isla sobre la vida privada de Fidel Castro, hasta las voces más estridentes se transforman en un susurro. El gesto también cambia. Los ojos miran a los lados, atrás, abajo y arriba, al cielo: Dios puede ser un agente de los servicios secretos cubanos. Pero la paranoia se hace más evidente y dispara las alarmas cuando pretendes encontrar una foto de la esposa del líder revolucionario. La autocensura en la isla es altamente contagiosa.
Se llama Dalia Soto del Valle. Es rubia de ojos verdes, de unos 60 años de edad, y su foto, varias de ellas, reposan desde hace meses en los archivos de algunos fotógrafos. Han sido escondidas debajo de un silencio amedrentado, como si fueran imágenes de ojivas nucleares trasladadas a Cuba desde Corea a través de un túnel subterráneo. Tras horas de búsqueda y muchas conversaciones estériles la deseada foto finalmente apareció, gracias a que no sólo las cámaras de la prensa toman imágenes en sitios públicos. Pero aun quedaba otro problema que solucionar.
A pesar de que varias personas que aseguran conocerla la han identificado, con la condición de que sus nombres queden en el anonimato, no es posible lograr confirmación oficial que identifique a la señora que aparecen en la foto de portada de este suplemento como la esposa del presidente.
En Cuba obtener la versión oficial de muchos asuntos es complicado.La mayor parte de los dirigentes y funcionarios evitan dar una confirmación a la prensa si no están debidamente autorizados «desde arriba». De este modo, un hecho es oficial cuando lo cita Castro en sus discursos o si aparece en un editorial del periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba. También la palabra de un ministro, en una conferencia de prensa citada por el aparato del gobierno, puede dar certificación oficial a un tema. Pero aceptar o negar la identidad de la esposa del presidente es algo que sólo puede hacerlo el propio Castro. Ninguna otra persona con responsabilidades en el gobierno va a hacerlo si no ha sido debidamente autorizado por el presidente.
Vida privada
Durante sus 42 años de gobierno, Fidel Castro ha marcado una inflexible y opaca separación entre su vida pública y su privacidad.La seguridad de su familia, dice, justifica esta postura alega los 600 intentos de atentado contra su persona organizados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos y grupos radicales del exilio , y también afirma que desea conservar un espacio para su libertad individual.
Por esas razones, y algunos otros motivos, lo cierto es que Fidel Castro nunca se ha mostrado públicamente junto a su esposa y tampoco la prensa local ha difundido fotos o comentarios sobre su matrimonio y sus hijos. La mayor parte de los cubanos poco o nada conocen sobre la vida privada de Fidel, ni tampoco manifiestan un sobresaliente interés por saberlo.
Pero en los últimos meses se ha percibido un discreto cambio en el entorno de la imagen pública del presidente cubano. Dalia Soto del Valle ha estado presente durante este último año en unos cinco actos oficiales liderados por el padre de sus hijos.Nunca junto a su esposo, pero sí cerca de él. En la última ocasión, desfiló en la cuarta fila de la gigantesca marcha que caminó el malecón habanero, frente a la Oficina de Intereses de Washington, el 26 de julio. Llevaba gorra para protegerse del sol, vestía camiseta verde y, a los fotógrafos que se le acercaron, les mostró su alegre y permisiva sonrisa.
En febrero, durante la celebración anual del Festival del Habano, la noche de la subasta de cajas de puros celebrada en el Tropicana, Dalia Soto del Valle estaba sentada en una de las mesas con su hijo Alejandro y una amiga de éste. Castro acudió también a esta puja, que destina el dinero recaudado a hospitales infantiles.Pero su primera aparición pública, al menos la primera detectada, fue durante el encuentro de béisbol entre los equipos de Venezuela y Cuba, dirigidos por los presidentes Chávez y Castro, respectivamente, en el estadio de La Habana, en noviembre de 1999.
La letra 'A'
Castro, a su manera, está desvelando el misterio que rodea su vida familiar. Él sabe, porque conoce perfectamente la sociedad cubana, que la asistencia reiterada de su esposa a recientes actos oficiales va a ser un hecho conocido y comentado. Pero este lunes 13 de agosto cumple 75 años de edad y es muy lógico que tenga interés en ir descubriendo su perfil más desconocido: el del hombre que se ha pasado la vida postergado tras su avasalladora personalidad política.
Si tiene ese propósito, de acuerdo con su peculiar estilo de dirigir la política de su país, hará que la participación pública de su esposa se convierta, poco a poco, en un hecho real y cotidiano. Aborrece que sus asuntos personales tengan trascendencia noticiosa.
Fidel Castro y Dalia Soto del Valle, según afirman fuentes que han pedido no ser identificadas, se conocieron durante la campaña de alfabetización en el año 1961 y desde entonces comenzaron a tener una relación de pareja. Ella, al parecer, era maestra y vivía en el pueblo de Trinidad, hoy provincia de Cienfuegos, donde su familia tenía una finca. Tienen cinco hijos varones y sus nombres comienzan todos con la letra A: Alexis, Alex, Alejandro, Antonio y Angel. El primero debe tener alrededor de 38 años, el último unos 26. La reiteración de la letra A pudiera explicarse porque Castro se llama Fidel Alejandro, su padre era Angel Castro y porque el líder cubano es un confeso admirador de Alejandro Magno.
Hay otros tres hijos nacidos en la década de 1950, mucho antes del triunfo de la revolución. Fidel (Fidelito) Castro Díaz Balart, hijo del matrimonio con Mirta Díaz Balart, Jorge Angel Castro y Alina Fernández, radicada en Miami. Los dos últimos nacieron de diferentes relaciones extramatrimoniales.
Castro no ha favorecido que ninguno de sus ocho hijos se dedique a la política o que ocupe cargos relevantes en el gobierno o el Partido Comunista de Cuba. Fidelito ha sido el único que ha tenido cierta responsabilidad gubernamental. Graduado en Física en la antigua URSS, donde estudió con el nombre de José Raúl Fernández, fue secretario ejecutivo de la Comisión de Energía Nuclear desde 1980 a 1992.
Su padre, Fidel, lo destituyó personalmente de ese cargo: la ostentación es uno de los pecados revolucionarios que más irritan al presidente cubano. Es un creyente practicante de la austeridad y lo mismo exige a hijos, sobrinos y parientes.
Su familia y la de su hermano Raúl disfrutan algunas comodidades domésticas que están por encima de la media de la población. Pero no poseen lujos insultantes. Y, si se comparan las suyas con las condiciones de vida de otras familias presidenciales de América Latina, los Castro y sus descendientes figuran en el nivel más bajo. Ésa es una de las claves que ayuda a entender la autoridad política que aún mantiene Castro entre sus compatriotas a pesar del natural desgaste de un liderazgo que dura ya 42 años.
Una frontera muy nítida
El empeño de Fidel Castro en trazar una frontera entre su labor como político y su realidad familiar ha diseñado un patrón de conducta para todos los dirigentes del sistema cubano.
Desde los primeros secretarios del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC) en provincias y municipios, vicepresidentes del gobierno a todos los niveles y hasta los ministros del gabinete, presiden los actos públicos en ausencia de sus cónyuges. Y a su vez, las pocas mujeres que tienen altos cargos también imitan el modelo.
Una posible explicación de esta postura tan radical, además de la versión dada por el propio Castro, según relata una señora que lo conoce desde su juventud, es que «él es algo así como un jesuita que no puede prescindir de las mujeres, pero que no las quiere cerca de la parroquia».
Sin embargo, hubo una que además de estar dentro de la «parroquia» también participaba directamente en la celebración de todos los «oficios». En opinión de quienes les han conocido de cerca, Celia Sánchez Manduley ha sido la persona más trascendente en la vida de Castro. Nadie ha podido sustituirla en la confianza y en la dimensión del afecto que sentía por ella el presidente cubano.
Celia Sánchez murió de un cáncer pulmonar en el año 1979. Sólo después, en 1980, Castro legalizó su matrimonio de hecho con Dalia Soto del Valle. Celia, en el gobierno revolucionario, ocupó el cargo de secretaria ejecutiva del Consejo de Ministros y era miembro del Comité Central del PCC. Pero, además de esta responsabilidad formal, fue en realidad durante veintitrés años la amiga devota e incondicional, la ayudante, la consejera en la guerra y la paz, la conciencia y el alter ego de Fidel Castro. Cinco años mayor que el jefe guerrillero, nunca se casó.
De cierto modo llegó a ser la «primera dama» de la revolución y era muy querida popularmente por ser accesible al pueblo y atender directamente los problemas sociales más graves. Ha sido probablemente la única persona en Cuba que discutió cara a cara las decisiones de Castro que creyó equivocadas.
Celia Sánchez Manduley era una de las cinco hijas del doctor Manuel Sánchez Silveira y vivía en los pueblos de Manzanillo y Pilón, al sudoeste de la actual provincia de Granma, en la zona oriental de la isla.
Por su conocimiento de la región y de la gente de las montañas de Sierra Maestra, fue una de las principales organizadoras de la red de campesinos que apoyó logísticamente a la guerrilla castrista, después del fracasado desembarco de diciembre de 1956. Castro la conoció a los tres meses de haberse establecido en la Sierra con su incipiente guerrilla.
Celia tenía 36 años. Era muy inteligente, extremadamente eficaz y, aunque sin un físico deslumbrante, una mujer muy atractiva.Se convirtió en la persona más importante en la vida de Castro.Durante los veintiséis meses de lucha guerrillera, Fidel y Celia fueron inseparables. Tras la muerte de la «primera obrera», ninguna mujer ha frecuentado las tribunas y actos políticos junto al presidente.
Hijos 'públicos'
En las recientes concentraciones públicas alguno de los hijos de Fidel se ha dejado ver con asiduidad. Antonio Castro fue uno de los que salió corriendo para ayudar a su padre cuando éste sufrió una «fatiga momentánea» el 23 de junio, mientras pronunciaba un discurso en el municipio capitalino de El Cotorro.
Es muy difícil conocer con exactitud el número de nietos que tiene el presidente. Fidelito, el primogénito, tiene dos hijos de su primer matrimonio con una rusa; su medio hermano, Jorge Angel es padre de cuatro; la otra medio hermana, Alina Fernández Revuelta, la única que ha elegido el camino del exilio y la disidencia pública, tiene una hija. Hay otros cinco hermanos, los Castro Soto del Valle, pero nunca ha trascendido el número de hijos que tiene cada uno.
Sobre sus ocupaciones se conoce que Alexis y Alex trabajan como programadores informáticos, Alejandro es gerente de una firma estatal de computación, Antonio es médico especialista en ortopedia y de Angel unos dicen que estudia medicina y otros, que se dedica a la mecánica automotriz.
El presidente y su esposa viven en un complejo ubicado al oeste de la capital, en una zona residencial de extensas zonas verdes y escasas viviendas. Como los intentos de atentados contra Fidel Castro, organizados casi siempre en territorio norteamericano, no son precisamente una fantasía, el perímetro de su vivienda está permanentemente controlado por su servicio de seguridad personal.
Castro ha reconocido que a veces echa de menos caminar por el malecón sin la compañía de un grupo de hombres armados y con cara de pocos amigos.
El número de personas que ha tenido acceso a la vivienda del líder revolucionario es mínimo. Pero las informaciones coinciden en que las áreas de visita son muy sencillas en su decoración y con un mobiliario del más sobrio estilo tradicional cubano.Lo único que pudiera calificarse como lujo en el contexto del país es el macro televisor en el que Castro ve los noticieros.
A Fidel le gusta jugar al ajedrez y al dominó. Más que jugar, lo que realmente le gusta es ganar. Lo mismo le sucede en política.Elabora sus jugadas con extrema delicadeza y trata de calcular todas las variantes que debe aplicar para vencer. Es un perfeccionista incurable.
Guerrilla cibernética
Ahora, cuando cumple 75 años, ha retornado a las calles, los teatros y las plazas públicas como hacía en los 60. En los dos últimos años ha delegado en su equipo de gobierno la tarea ejecutiva.
Él está ocupado en nuevos objetivos. Quiere moldear el espíritu y el pensamiento de las más nuevas generaciones de cubanos con ideales políticos y una ética que les permita sostener la revolución cuando él deje de existir.
Nunca ha dejado de ser un guerrillero. Lo sigue siendo en su estilo vital y en su gestión política. La movilidad permanente es disciplina básica y fundamental de un guerrillero. Sobre la base de ese precepto, Castro organiza sus estrategias políticas.
Cuando tomó el poder en 1959 hizo de la televisión su principal canal de diálogo con el pueblo. Ahora libra una nueva batalla contra la globalización ideológica y cultural proveniente de Estados Unidos. Hoy, su fusil se carga con bites. El plan es que la isla se convierta en la Sierra Maestra de una guerrilla cibernética que dispare ideas revolucionarias contra el poder global y el pensamiento único.
Hasta octubre de 1996, en Cuba, Internet era como un cuento de hadas o una leyenda que contaban los turistas. Hoy la isla tiene varios portales y sitios en la autopista de la información. Nada hace suponer que piense abandonar el timón de la nave de la revolución.Semanas atrás ha expresado que los revolucionarios nunca se jubilan.Y para demostrarlo se calzó sus zapatillas deportivas este 26 de julio, y volvió a caminar el malecón habanero al frente de un millón de manifestantes.
Como siempre, hizo el recorrido sin su mujer. Quizás alguna vez ocurra lo contrario y, entonces, la vida privada del último líder revolucionario del siglo XX dejará de ser una conversación en tono susurrado junto al malecón.
Poca siesta y mucho helado
Ha pasado más de la mitad de su vida vestido de uniforme verde oliva y botas. El traje y la corbata los ha usado en no más de diez ocasiones solemnes, y zapatillas deportivas sólo cuando camina al frente de las multitudinarias «marchas del pueblo combatiente» en los dos últimos años. Los cubanos raras veces han visto publicada una foto suya en un momento de ocio. Tampoco comiendo y mucho menos bailando.
La única fotografía en que se le ha visto con uno de sus hijos en brazos fue tomada al inicio de la revolución. En ella sostiene a Fidelito, el mayor de sus ocho vástagos, entonces un niño de nueve años.
La esperanza media de vida de los hombres cubanos es de 75 años.Se dice que quienes logran rebasarla viven más de 85. Castro, a pesar de su avanzada edad, no ha modificado su costumbre de dormir no más de cinco horas diariamente. El día que sufrió una momentánea fatiga en público, el pasado 23 de junio, reconoció que la noche anterior la había pasado en vigilia. Sus horas preferidas para trabajar son durante la noche y la madrugada. Es un hecho infrecuente ver los tres Mercedes Benz negros, en los que se desplaza Castro, transitar a media mañana.
Con sus 75 años, mantiene un ritmo de actividad política parecido al de hace tres décadas. Su fotografía aparece en la primera plana de los diarios nacionales un promedio de cuatro veces a la semana.
Castro prácticamente asiste en la actualidad a todos los congresos, reuniones o graduaciones académicas de los jóvenes cubanos. Sus discursos generalmente son emitidos en directo por la radio y la televisión. La mayor parte de ellos vuelven a ser retransmitidos por la televisión un día después. Su discurso más largo ha sido de siete horas y el más corto, en Cuba, de 18 minutos.
Castro nunca ha permitido símbolos de culto a la personalidad como estatuas y monumentos en vida o gigantescas fotos suyas en las calles. Tampoco su imagen en oficinas ni centros de trabajo.Cuando invita a cenar en el Palacio de la Revolución a alguna comitiva o personalidad que visite la isla, el diálogo con sus huéspedes dura un mínimo de tres horas y un máximo de seis.
Las pastas es uno de sus platos favoritos y como postre el helado.Los deportes que más ha practicado son la natación, la pesca submarina, el baloncesto y el béisbol. Una de sus mayores alegrías es que el equipo cubano de béisbol le gane al de Estados Unidos en los campeonatos mundiales.
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