viernes, marzo 16, 2007

Fidel Castro en Buenos Aires II

Fidel Castro en Buenos Aires

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martes, marzo 13, 2007

La Red Avispa, un orgullo en La Habana

La figura de los cinco integrantes de la Operación Avispa, en una pared de La Habana. (G. Sierra)

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Clarin.com

Rosa Freijanes y Elizabeth Palmeiro están sentadas frente a mí y no paran de hablar de sus maridos y otros tres hombres que están encarcelados en Estados Unidos y que son hoy los máximos héroes en Cuba. "Queremos que los liberen. Pero también que tengan un juicio justo fuera de Miami", dice Rosa. "Que los expulsen como hicieron con otros espías israelíes o rusos", agrega Elizabeth.

Los esposos de Rosa, Fernando González, y Elizabeth, Ramón Labañino, fueron condenados en el 2001 a penas que van desde 15 años hasta cuatro cadenas perpetuas. Se los acusa de "conspirar para espiar", de no haberse inscripto como agentes extranjeros ante la Fiscalía General de Estados Unidos, de poner en peligro la seguridad del país y de conspirar para cometer asesinatos. La Justicia estadounidense dice que son los integrantes de la denominada Red Avispa para espiar dentro del país.

Los servicios secretos cubanos armaron la operación en 1990 con el objeto de intentar detectar las posibles operaciones terroristas que se pudieran estar armando entre los exiliados más radicalizados de la Florida. Primero enviaron a René González, un joven piloto que tiene ahora 34 años, nacido en Chicago pero criado en Cuba. En diciembre de 1990 González robó una avioneta en un aeródromo cercano a La Habana y aterrizó en Boca Chica, Florida, diciendo que escapaba de la dictadura castrista. Fue recibido con gran alegría por los exiliados y muy especialmente por los que estaban organizando Hermanos al Rescate, un grupo anticastrista de aviadores.

Poco después fueron llegando Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Ramón Labañino y Fernando González. Todos se adentraron sin mayores problemas entre las agrupaciones del exilio.

"Estos cinco héroes nos salvaron de varios atentados. Nosotros recibimos la información y la pasamos a las autoridades estadounidenses. Ellos sabían perfectamente que ellos estaban trabajando contra el terrorismo. Algún día la Historia va a contar cuánta información que ellos consiguieron nosotros les pasamos a las más altas autoridades estadounidenses y cuántas vidas se salvaron", explica Ricardo Alarcón, el presidente de la Asamblea Popular de Cuba.

En setiembre de 1998 el FBI arrestó a los cinco hombres y comenzó un accidentado juicio que las presiones de los exiliados de Miami impidieron que se realizara en otro estado que no fuera la Florida donde ellos tienen influencia. El hecho ocurrió en momentos en que había comenzado un discreto acercamiento entre La Habana y Washington por una mediación del Nobel colombiano Gabriel García Márquez, amigo personal de Fidel Castro y del entonces presidente Bill Clinton.

"Se habían logrado progresos para que los liberaran, pero el hecho de que tuvieran que devolver al niño Elián exacerbó a los exiliados de Miami y nuestros maridos pagaron por su rabia de haber tenido que devolverlo a su padre en La Habana", cuenta Rosa.

Hubo otro hecho importante: a Gerardo Hernández se lo relaciona con el derribo de dos avionetas de la organización anticastrista Hermanos al Rescate, que ayuda a los balseros que cruzan las 90 millas que separan Cuba de Estados Unidos, pero que también hicieron al menos 20 vuelos sobre territorio cubano para arrojar panfletos de propaganda contra el régimen. En el ataque ocurrido cuando dos aviones de combate cubanos salieron al encuentro de las avionetas y las derribaron, el 24 de febrero de 1996, matando a cuatro personas. Ese día, después de que La Habana advirtiera a Washington por un comunicado público que no iba a admitir más violaciones a su espacio aéreo, las avionetas despegaron hacia la isla pese a ser advertidas por los controladores militares cubanos que se acercaban a una zona restringida.

"Nuestros maridos no cometieron ningún delito y menos de sangre. Estaban allí para defendernos. Son unos héroes", asegura Elizabeth.

Una campaña que intenta amplificar el gobierno. Las fotos de los cinco hombres de la Red Avispa están en cada escuela, hotel y edificio público de la isla. Y si esto fuera poco, hay varios murales pintados con sus caras en las paredes del centro de La Habana, tratando de que sea un aguijón en la memoria de los cubanos.

Un mensaje de Raúl Castro

Fuente
Clarin.com

El presidente provisional de Cuba, Raúl Castro, afirmó ayer que la Revolución es "imbatible", advirtió que el país está "dispuesto a pagar el precio que corresponda" ante una agresión y volvió a asegurar que su hermano Fidel "progresa" en su recuperación, según señala el diario oficial Granma.

"Estamos convencidos de que con nuestra ideología, la unidad nacional lograda y la concepción estratégica de la Guerra de Todo el Pueblo, esta Revolución será imbatible", dijo el también primer vicepresidente.

"Si nos agreden, pagaremos el precio que corresponda, pero el precio que pagará quien intente agredir a este país será mucho más grande", advirtió Raúl Castro, quien encabeza temporalmente el gobierno desde hace casi ocho meses.

El diario oficial Granma informó que Castro también habló de "la progresiva recuperación de Fidel".

LA HABANA. DPA

Ser joven en Cuba: entre el rap, el escepticismo y la Revolución

La mayoría de los jóvenes reconocen los valores revolucionarios, pero están cansados del discurso político. Piden mayores libertades sociales y económicas. Creen que con Raúl Castro no habrá cambios.
Clarin
Gustavo Sierra

El ron pasa de mano en mano y los chicos de la calle Neptuno en Centro Habana van "calentando el pico". Hablan sin parar. Son seis trabajadores de entre 23 y 25 años. Tres son negros, dos mulatos y uno blanco. Todos tienen el secundario y algunos terminaron carreras terciarias. Todas las tardes, cuando vuelven del trabajo, se juntan en la esquina "a ver qué inventamos". El Ron Planchao, Silver Dry que va de boca en boca, viene en una cajita de cartón de 250 milímetros y se consigue a 1,10 peso convertible (1,35 dólar), el más barato del mercado. "El que inventa mejor ese día, paga el ron", explica Dismel con una sonrisa que casi le cubre toda su cabeza rapada.

—¿Qué futuro ven para ustedes acá en Cuba?

—Ninguno —es la palabra que repiten los seis.

"Esto era el paraíso para nuestros abuelos y se convirtió en un infierno para nosotros", larga Alex. "Bueno, chico, no pa'tanto. ¡Es un infierno con playas y muchachas!", responde Reinier. "Si, es un paraíso con rejas", termina Alejandro.

El principal problema de estos chicos y muchos otros con los que conversé durante dos semanas en Cuba es el de la brecha que se está creando entre los que tienen acceso al peso convertible fuerte (CUC) y que se cotiza como un euro, a 1,10 dólar por unidad, y los que no tienen esa oportunidad. Miles de jóvenes profesionales dejaron sus carreras para trabajar en el sector del turismo, donde se consiguen los CUC. Y otros miles (un 30-40% de la población, según estimaciones) viven con el empobrecido peso cubano que se cotiza a 25 unidades por dólar. El otro problema que todos señalan es el de la falta de libertades. "Mira, aquí se puede hacer todo hasta que viene uno y te corta. Te tiran la muela (te engañan)", comenta Miquel. Pero nadie planteó un cambio de sistema político.

Para el segundo secretario de la Juventud Comunista, que representa a más de un millón de jóvenes de la isla, Orlando Yero Travieso, "la esencia de la Revolución es no conformarnos y plantear todos los temas, pero hay muchos muchachos que están muy mal acostumbrados. Reciben todo, tienen educación, salud y comida gratis, y no saben apreciar lo que tienen".

—Pero los chicos no pueden viajar afuera, no tienen acceso a Internet, no tienen para comprar las zapatillas de moda que se venden libremente en las tiendas.

—La raíz de todo está en el bloqueo criminal al que nos condena Estados Unidos. El acceso a Internet lo vamos a resolver con una conexión a través de Venezuela, porque al cable más cercano que pasa por el Caribe no nos dejan acceder. Viajar, pueden hacerlo si se esmeran, si hacen deportes, si estudian. ¿Por qué van a viajar si no hicieron nada para merecérselo? Y las zapatillas de 100 dólares no son necesarias. Pueden tener otras muy buenas por un dólar —es la respuesta de Yero Travieso.

Los universitarios no parecen discrepar demasiado de los chicos trabajadores. A Daymaris, una estudiante de medicina, la encuentro cerca de la facultad. "A la Revolución le tenemos que agradecer la posibilidad que nos da de estudiar gratis. Mi abuelo era un guajiro (campesino), mi padre fue un trabajador industrial y yo voy a ser una médica.

Eso no se consigue en tres generaciones en cualquier país. Pero para llegar a este punto hubo que hacer mucho sacrificio. Todos hicimos grandes sacrificios. Yo era pequeña, pero me acuerdo de la falta de comida, electricidad, transporte, todo. Bueno, ahora nosotros queremos vivir mejor. Tiene que haber una vida mejor. Estamos bien agradecidos pero creemos que tenemos el derecho a estar mejor.¿Con Raúl? ¡Pero si aquí no ha cambiado nada!", me cuenta Daymaris mientras caminamos hacia la calle 23, donde tendrá que esperar "la guagua" (el colectivo) para regresar a su casa en el barrio de Playa.

La música es una de las vías de escape de estos chicos. En Cuba, la música brota hasta de entre las piedras de la antigua fortaleza habanera. Miles de grupos de salsa, boleros y trova actúan cada día en bares, restaurantes, hoteles. Pero los más chicos prefieren el rap, el hip-hop y el ahora inmensamente popular reggaeton. En uno de los auditorios del Teatro Nacional, con una magnífica vista a la Plaza de la Revolución se presenta Anónimo Consejo, un grupo de hip-hop que tiene casi diez años de rodar. Hay más de 400 chicos que intentan conseguir una entrada de 3 pesos convertibles (3,60 dólares). Kokino y Sakoú, los integrantes, cantan-dicen que "así no vale, quítate la máscara, no me oprimas más" y hablan de las dificultades de viajar al trabajo, contra la guerra, el valor de ser negro. "Nosotros lo empezamos a hacer en la calle, en mi barrio. Hacíamos grabaciones caseras y las pasábamos a nuestros amigos y un día nos animamos a presentarnos para grabar en el estudio oficial. Nos sorprendió que nos dieran un pequeño espacio. Y eso es lo que la gente quiere: expresarse. El hip-hop o el rap son perfectos para esto", me cuenta Kokino mientras su productor y el responsable del teatro se aseguran de que no vaya a tomar una sola foto por "razones de seguridad".

Exactamente al lado del teatro, en un salón llamado Mi Habana, en ese mismo momento se realiza otro tipo de fiesta. Es una "peña" de estudiantes de la Facultad de Ingeniería. Ahí la música es sólo reggaeton con gran influencia puertorriqueña. Escuchan a Gente de Zona, EdyK y Clan5-3-7. Me encuentro con tres chicos que siguen en la puerta porque están haciendo una reventa de entradas. "Es la única manera de hacernos unos pesos. Las compramos a 1 CUC (1,20 dólar) y la vendemos a 3. Inventamos. Si no, no podemos venir", dice Asdrúbal mientras su mirada sigue a tres rubias que acaban de bajar de un Ford 58 convertible para venderles entradas. "Yo hago trabajo social, ahora estamos entregando unos televisores en color para reemplazar a los antiguos soviéticos en blanco y negro. Pero lo que gano no me alcanza para nada. Son 5 dólares y acá tengo que pagar un dólar por una cerveza", continúa Dayton. "Y éstas son las mejores peñas, las chicas de Ingeniería son las mejores. Hay que inventar cualquier cosa para venir. ¿De política? ¡Noooo! Ya estamos hasta la gorra de política", remata Miquel, un chico alto, bien formado, que viste una remera de última onda que le mandó un primo desde Miami.

El rock está un poco más institucionalizado y se puede escuchar en conciertos que se organizan en la denominada Tribuna Antiimperialista, levantada frente a la Sección de Intereses de Estados Unidos, y que termina en una verdadera barrera de mástiles y banderas negras colocadas por el gobierno para tapar un cartel luminoso desde el que Washington quiere hacer propaganda contra el régimen. Allí también se presentaron grupos de rap como Los Aldeanos y Las Crudas. Este último es un grupo formado todo por chicas y alguien me dice que lograron salir y están rapeando en Texas.

La otra gran preocupación de los jóvenes intelectuales es el acceso a Internet y un regreso de los represores del denominado "Quinquenio Gris". El embargo estadounidense impide que Cuba se enganche en el cable de fibra óptica submarino de Internet que pasa muy cerca de la isla. Todas las comunicaciones se hacen por satélite y con un ancho de banda reducido. Las expectativas están ahora puestas en un acuerdo firmado en enero entre Cuba y Venezuela para instalar un cable submarino entre La Habana y Caracas. "Si estudias en un politécnico informático tienes acceso gratis a Internet, de lo contrario dependes de si en tu trabajo hay una computadora conectada. En las casas, casi nadie tiene", me cuenta Adriana, una chica de 17 años que se prepara para entrar a la universidad. No hay cibercafés, en los hoteles se paga 10 dólares la hora de conexión y un servicio privado cuesta 1.300 dólares al mes.

El otro asunto, el de la reaparición en la televisión de algunos de los más funestos funcionarios del área cultural de los años 70, cuando cientos de actores, escritores, músicos y artistas plásticos fueron perseguidos y expulsados de sus trabajos por ser homosexuales o no cumplir con "los parámetros revolucionarios". Todo comenzó el 5 de enero, cuando en Cubavisión le hicieron un homenaje a Luis Pavón Tamayo, que había presidido el Consejo Nacional de Cultura entre 1971 y 1976, famoso por ser uno de los que prohibió la música de Los Beatles en la isla. Una situación que creó el ambiente en el que se desarrolla la famosa película "Fresa y Chocolate". Pero esta vez los intelectuales, jóvenes o víctimas de aquella época, se levantaron y firmaron una carta abierta. Hubo unas ciertas disculpas públicas y pareciera que el clima retrógrado sería una rápida nube gris por encima de la bahía habanera.

Allí, en el Malecón, es donde cada noche —en especial, viernes y sábado— se reúnen miles de chicos para tomar unas cervezas o ron y armar algún plan. La mayoría de las veces, el plan es seguir allí tomando algo de fresco y olvidando que no tienen los 5 CUC's (6 dólares) para entrar en una discoteca. "A mí me da coraje que puedan ir a bailar sólo esos 'yumas', los viejos pelados turistas y las chicas nuestras que los acompañan. Esos son los únicos que pueden invitar y mi negrita se va con ellos", cuenta Ismaíl, bastante amargado. "¿Y qué quieres tú, chico? ¿¡Que nos quedemos a aburrirnos contigo aquí!?", lo desafía su amiga Mariela. Hablamos de la posibilidad de cambios, de la comparación con otros chicos latinoamericanos o sus primos de Miami. Todos son muy escépticos.

—¿Dónde está el futuro?

—Para aiá —me dice Ismail señalando el mar profundo que los puede trasladar a otras costas.

lunes, marzo 12, 2007

Cuba sin Fidel

Siete meses después de que Castro delegara el poder en su hermano Raúl, los cubanos esperan reformas. Se quejan de la falta de vivienda, del transporte y de las diferencias sociales creadas por la circulación de dos monedas. Creen que llegó el momento de tener mayores libertades.




Clarin.com
Gustavo Sierra. LA HABANA, CUBA. Enviado especial


El babalao, el santero, abre sus manos de largos dedos negros y deja caer los caracoles. Los observa un rato mientras aspira un enorme puro. Mueve la cabeza en desaprobación. Los agarra y los vuelve a tirar. Larga más humo y niega con la cabeza. "No, nada claro. Los orishas (santos) no dicen nada de la salud de Fidel. Los caracoles caen cruzados. Eso es sólo incertidumbre", dice el babalao Rowaldo. Ni la tradicional religión afrocubana Regla de Ocha o Santería, practicada por buena parte de la población, logra aquí en Cuba saber lo que realmente sucede con el hombre que dirigió los destinos de la isla en los últimos 48 años. Fidel Castro sigue siendo en su invierno lo que fue desde la primavera revolucionaria de 1959 cuando derrocó a la dictadura de Batista y tomó el poder en La Habana junto a sus míticos guerrilleros barbudos: un gran misterio más allá de que sus kilométricos discursos fueran escuchados en todo el mundo por casi medio siglo.


Hoy, siete meses después de haber dejado el poder y nombrado a su hermano Raúl como sucesor, Fidel Castro permanece postrado en un apartamento especialmente acondicionado del Palacio de Gobierno y cobijado por un enorme manto de silencio tejido por él mismo cuando decretó que su salud era "una cuestión de Estado". Para despejar rumores apareció dos veces en video cuando fue visitado por el presidente venezolano Hugo Chávez. Y hace diez días Castro llamó a Caracas durante la emisión del programa de radio de Chávez. Dijo que estaba "very well" y que se sentía mucho más fuerte. Aunque pidió "paciencia" a sus compatriotas para afrontar la situación.


"Sí, es así. Fidel marcha muy bien. Cada día se ve cómo ha sido capaz de perseverar en su tratamiento y en el camino de la recuperación, con mucha disciplina, mucho esfuerzo y resultados muy satisfactorios", es la explicación oficial que da a Clarín Ricardo Alarcón, el presidente de la Asamblea Popular (Parlamento) y virtual portavoz de la revolución en los últimos diez años. Y ésa es la misma percepción que se tiene en los círculos independientes más o menos bien informados de La Habana. "El comandante va pa''lante", dice Reynaldo, un ex funcionario gubernamental que todavía conserva buenos amigos cerca del Palacio de Gobierno, utilizando la forma de hablar de los guajiros (campesinos). "Salió de su estado grave tras las tres intervenciones quirúrgicas que se le hicieron por el cuadro de inflamación extrema del intestino grueso o diverticulosis, y la gravísima infección que lo atacó. Pero aseguran que quedó muy débil", es el informe que un diplomático europeo envió a su cancillería.


Fidel no sólo parece haber probado que su sangre gallega lo mantiene estable sino que no puede con su genio y desde hace unos días tiene conectado al lado de su cama un teléfono con el que llama a sus ministros y, como siempre, a horas inconvenientes. "Tiene el teléfono al lado y lo usa bastante", dijo Raúl a los periodistas cuando apareció de sorpresa en la Feria del Libro de La Habana. "Por suerte a mí no me llama mucho, pero a Lage (el vicepresidente, Carlos) y a Felipe (el canciller Pérez Roque) los llama bastante", agregó con sorna.


En las calles de La Habana Vieja y en el Malecón, la enfermedad de Fidel ya dejó de ser tema de conversación. Hay una cierta indiferencia, pero también expectativa de cambios. "Acá no pasó nada. Todo sigue igual. Nosotros no vimos ningún cambio", me dice Yolanda Matachana, una geóloga que carga gasolina a casi un dólar el litro en una estación de servicio frente al hotel Nacional. "Fidel o Raúl son iguales. Pero la gente está cansada y esto no puede seguir siempre así. ¡Va a tener que cambiar! No me preguntes cuándo, porque lo venimos esperando desde hace 50 años. Pero va a tener que cambiar", comenta Raydel Abaláez mientras cruza la calle 23 para irse a tomar un helado en la mítica Coppelia. "El propio Raúl dio a entender que tenía unos tres años de gracia para hacer los cambios. Yo creo que no le van a dar tanto, tal vez uno o dos años. Después, si no se abre, esto se cae", es el análisis de Sigfredo, un técnico informático que encuentro en un café moderno del Centro de Negocios del barrio acomodado de Miramar. Tal vez, la novedad de esta situación es que la gente se anima a hablar y criticar abiertamente con la prensa extranjera.


Lo cierto es que la transición ha sido absolutamente ordenada y en paz. Cuando salió el secretario privado de Fidel por televisión a las nueve de la noche del 31 de julio del año pasado a decir que Castro iba a ser operado y que entregaba la presidencia provisional a su hermano Raúl, el ministro de Defensa, no se registró lo que muchos predecían. Nadie salió a la calle ni a protestar ni a vivar a Fidel. No se vio ninguna manifestación de los disidentes así como tampoco lágrimas en los ojos de los cubanos. "Fue una larga noche. Estábamos todos pegados al televisor pero nadie dijo una sola palabra más. Y como no vimos nada que cambiara al otro día o a la otra semana nos fuimos acostumbrando. Aquí hay que ''inventar'' todos los días para sobrevivir mejor. Con el trabajo oficial no alcanza y hay que hacer muchas otras cosas. Entonces, nos metimos en nuestras vidas y nos olvidamos del asunto", explica Ortelio Albardas, un profesor universitario que está en la puerta de su casa del barrio de Vedado reparando un Chevrolet del 48 que tiene el motor de un Volga soviético y la caja de cambio de un Chevy argentino.


La principal queja de los cubanos es la falta de transporte. La crisis que sobrevino en Cuba en los noventa, tras la caída de la Unión Soviética que le transfería más de 4.000 millones de dólares al año, redujo la economía en más de un 35%. No había combustible. Fidel mandó comprar un millón de bicicletas a China. Y el ingenio de los mecánicos cubanos inventó un tipo de autobús que los habaneros bautizaron como "camellos": son dos "jorobas" como cabinas de pasajeros remolcadas por un cabezal de camión de carga pesada. Engendros de unos 25 metros de largo que logran transportar a unas 100 personas a la vez. Pero son muy pocas unidades y pasan cada hora o cuando sea. "Havana Time", dicen los habaneros. Las mujeres, cansadas de esperar la "guagua" (autobús) se paran en las esquinas de los semáforos y hacen "botella" (dedo, autostop). Los hombres ni se gastan porque nadie los lleva. Esto provoca un gran ausentismo e ineficiencia en el trabajo. "Mira chico, aquí decimos que si Kafka hubiera sido un escritor cubano sería considerado un autor costumbrista", me dice Daymaris, una estudiante de literatura, mientras ríe mostrando unos dientes blancos como la leche dentro de una cara de chocolate.


La otra plaga de la revolución es la corrupción, pero no la que vemos en otros países latinoamericanos donde se utiliza el poder para enriquecerse, sino la que viene de la mano de la necesidad y del paternalismo comunista. El trabajo oficial tiene unos sueldos muy bajos. El promedio es de 330 pesos, que equivalen a 16 dólares, y el salario mínimo que gana un amplio sector de los trabajadores es de 225 pesos o 12 dólares. Eso es lo que se paga por medio kilo de queso gouda o una botella de vino en un supermercado de pesos convertibles. "Lo que queda es robar y el único que tiene algo para que le roben aquí es el Estado", me explica un veterano periodista latinoamericano con más de 30 años en la isla. Entonces, se "roban" unas horas al trabajo para "inventar" algún otro negocio o se derivan productos oficiales hacia el mercado negro. El diario Juventud Rebelde informaba esta semana que el Ministerio de Comercio Interior "dejó de ingresar en el 2006 más de 185 millones de pesos por concepto de pérdidas y faltantes, cifra que se suma a los 416,9 millones de años anteriores". Agrega que se consignaron anormalidades en el 90% de las unidades de comercio inspeccionadas. "Tenemos que acabar con el robo y las irregularidades", dijo el ministro Marino Murillo Jorge.


La distorsión más grande proviene de la enorme desigualdad que crea la convivencia de dos monedas en la economía. La primera, el peso cubano , que se cotiza a unas 25 unidades por dólar, es en la que perciben los sueldos los trabajadores, incluidos los del sector privado que deben contratarse a través de una empresa estatal. Esta moneda sólo sirve para comprar los artículos de necesidades básicas en los mercados de frutas y verduras, y unos pocos elementos más. Todo el resto de la economía se maneja en pesos convertibles o CUC, que se cotiza a 1,20 dólar la unidad. Esto pone los precios en esta moneda al nivel del euro y más elevados que en el continente americano. "Fue inevitable. Necesitábamos obtener una parte de las divisas circulantes, que ya estaban, no las inventamos nosotros, y tuvimos que crear el CUC. Luego, con la normalización de la economía se fue revalorizando ese peso convertible, así como el peso cubano, y llegamos a esta situación. Con la tributación que hace el CUC tenemos más dinero para ayudar al que necesite. Pero comenzaron a aparecer algunas diferencias sociales entre los que tienen acceso al CUC y los que no. Es algo que estamos estudiando y se revisará si fuera necesario", admite Alfredo Jam Massó, director de Macroeconomía del Ministerio de Economía y Planificación.


Pero esta distorsión no impidió a Cuba tener, según cifras oficiales, este año un crecimiento espectacular de la economía, del 12,5% que se suma a un 11,8% del año pasado. Es el porcentaje más elevado de América latina aunque algunos economistas independientes ponen en duda la cifra. "En 2005 la producción de electricidad bajó un 4%, ¿cómo se puede explicar que creció la economía sin electricidad?", se pregunta Oscar Espinosa Chepe, un economista socialdemócrata y disidente que acaba de salir de la cárcel.


Otro problema es el déficit de un millón seiscientas mil viviendas en un país de 11,3 millones de habitantes. Entro a la casa de Amparo Pino en la calle Infanta de Centro Habana. Es un departamento de dos plantas ubicado dentro de un edificio de seis pisos y muy malas condiciones. En la planta baja, un living amplio con cocina y baño, vive Amparo con su hija y dos nietos. Todos duermen en el living. Arriba, tiene una habitación grande, otra más pequeña y un baño completo donde vive su hijo casado con su mujer y dos niños y otro hijo soltero. Pero la habitación grande la tienen que despejar cada dos por tres para alquilarla a extranjeros. "Es la única manera de hacerme de unos pesos convertibles", dice Amparo mientras tomamos un café y ella intenta poner en marcha un viejo lavarropas soviético de marca Aurika.


Claro que sobre todo esto perduran las conquistas de la revolución. Hay excelentes sistemas de Educación y Salud gratis para toda la población. "En realidad nos sobran médicos y profesores y en este momento se han convertido en un gran producto de exportación, más de 20.000 médicos trabajan en Venezuela y muchos más están en Bolivia, Nicaragua y varios países africanos", asegura un funcionario de prensa del gobierno. El nivel de alfabetización supera el 90%. La expectativa de vida pasó de menos de 60 años antes de la revolución a los 80 actuales, prácticamente idéntica a la de Estados Unidos. Y los excelentes programas de vacunación erradicaron totalmente de la isla polio, difteria, meningitis y paperas. Este año hubo un rebrote del dengue y se movilizó a miles de estudiantes para alertar a la población y trabajar en brigadas de exterminación del mosquito. Hay 700.000 estudiantes universitarios. La población, en general, está bien educada y articulada para argumentar cualquier concepto. Además de tener un buen humor, una enorme amabilidad y gran solidaridad.


Los cubanos combaten las faltas de libertades con imaginación. Hay una enorme red de antenas y receptores de televisión satelital que en forma clandestina se extiende por todos los edificios de la isla. Juan Miguel, un taxista, me lleva al barrio negro de Alomar y me presenta a su primo Yasel que regentea un servicio clandestino de cable en el edificio de 10 pisos donde vive. "Mira, chico, nos hicimos una antena con un colega y nos conseguimos un transmisor de Direct TV. Y empezamos a largar cable. El que lo quiere tiene que pagarnos 10 pesos (12 dólares) por mes", cuenta Yasel mientras me muestra la antena camuflada detrás de un tanque de agua. Yasel también es una especie de director de programación. El es quien determina qué canal ver. "Voy cambiando. A la mañana pongo los muñequitos (dibujos animados), a la tarde las telenovelas que no puedo olvidarme porque las vecinas me prenden candela (fuego) a la casa y a la noche algún partido de pelota (béisbol) o una película. Pero nada de política, sólo el noticiero de Miami a veces", explica Yasel, un negro enorme de ojos brillantes. El diario Granma calificó estas actividades de "piratas" y anunció unas grandes redadas contra las antenas satelitales porque dice que permiten la entrada de "propaganda subversiva" de Televisión Martí, una emisora subvencionada por Washington para emitir propaganda contra el gobierno cubano.


La disidencia dentro de la isla es muy poco conocida. Los dirigentes son pocos y están dispersos, con diferencias entre ellos. En marzo de 2003 surgió un grupo nuevo con características similares a otros de derechos humanos en el mundo. Se llama Damas de Blanco y fue formado por las esposas y madres de 75 disidentes encarcelados. Algunos de ellos ya fueron liberados, pero quedan 59 presos y las señoras, vestidas de blanco y con gladiolos y azucenas en la mano, marchan cada domingo por la Quinta Avenida del barrio de Miramar tras asistir a misa en la iglesia de Santa Rita. Tras las excarcelaciones, la Comisión Cubana de Derechos Humanos informó que en 2006 hubo una disminución de los presos políticos que pasaron de 333 a 283. Y Amnistía Internacional reconoce a 67 prisioneros de conciencia. Entre el 2000 y el 2005 emigraron de alguna manera a EE.UU. o salieron al exilio 140.600 cubanos. Hace 15 días les retiraron la credencial de prensa a tres corresponsales extranjeros. "Nosotros hemos sido muy reprimidas, amenazadas con ir a prisión. Pero no vamos a detenernos hasta que haya salido el último de nuestros familiares presos. Marchamos en silencio y a veces cantamos o rezamos. Y con esto hemos conseguido el respeto de muchos cubanos", me cuenta la periodista Miriam Leiva, una de las fundadoras de las Damas de Blanco, mientras camina con otras seis mujeres por la arbolada 5 Avenida observadas discretamente por agentes estatales.


La mayoría de los observadores independientes que vi en estos días en La Habana coinciden en que de un gobierno de Raúl Castro se pueden esperar algunas reformas económicas pero no una apertura política. Raúl tiene fama de ser el ideólogo detrás de algunas de las reformas de los noventa y hasta se lo denomina como "el Deng Xiaoping cubano", en referencia al padre de la apertura capitalista en China. "Para hacer reformas a la China hay que tener muchos chinos y aquí no los tenemos", aclara Alarcón en nuestra conversación. Y el segundo secretario de la Dirección Nacional de la Juventud, Orlando Yero Travieso, se me ríe en la cara cuando le planteo la posibilidad de una apertura hacia el capitalismo. "La revolución es la construcción de una utopía y nosotros creemos firmemente en ella", me aclara Yero Travieso. Pero la realidad indica que Raúl Castro es el "gerente general" de un gran imperio económico. Las Fuerzas Armadas a su cargo desde hace 48 años manejan 844 empresas que equivalen al 30% del total de la economía de la isla, que van desde la producción de azúcar hasta hoteles y de granjas hasta fábricas de acero. Y de acuerdo a los empresarios españoles que hacen negocios con los oficiales a cargo de estas industrias "son los más serios y eficientes del país". "Creo que por ahí hay que esperar los cambios. Raúl quiere una economía más eficiente, ya habló de luchar contra la corrupción y va a ir lentamente ampliando el mercado interno", analiza el periodista con 30 años de experiencia en la isla y conocimiento profundo de los hombres en el poder. "El problema que tiene ahora es un Fidel recuperado que le va a estar detrás como lo hizo siempre. Habrá que ver si en estas circunstancias se atreve o no a hacer las reformas mientras su hermano siga vivo", agrega.

Regreso a ver al babalao Rowaldo. Otra santera me asegura que "los caracoles siempre hablan, es imposible no sacar nada de ellos". Me meto en un conventillo de La Habana Vieja con decenas de piezas y chicos jugando entre gallinas. Rowaldo me recibe con su metro ochenta terminado en un sombrero panameño y todo vestido de blanco. Le pido que me diga qué va a pasar en Cuba. Tiene los caracoles en una mano y el puro de casi 30 centímetros en la otra. Se sienta ante una mesa pequeña y lanza una vez más los caracoles. Los observa detenidamente por unos minutos y levanta la cabeza con sus ojos rojos. Larga el humo del puro y dice "chico, definitivamente vienen cruzados... Eso es sólo incertidumbre".

El corazón de la economía cubana, en manos de las Fuerzas Armadas

Los generales manejan el 30% de las empresas. Y producen más del 60% de las divisas que entran al país. Los empresarios extranjeros aseguran que los militares son muy serios para hacer negocios.

Fuente:
Clarin.com
Gustavo Sierra


Decenas de cubanos y venezolanos juntos en la enorme sala del Palacio de las Convenciones de La Habana pueden producir un griterío que aturde. Pero en el momento en que se vio un movimiento de agentes de seguridad, el lugar quedó abruptamente en silencio. Se produjo una tensión inusual en esta parte del Caribe. Entró Raúl Castro, algo pequeño, con su uniforme marrón militar repleto de insignias y estrellas, y el salón volvió a ser una fiesta. Aplausos, risas, comentarios. Nadie quería perderse la tercera aparición pública del nuevo hombre fuerte de Cuba desde que se anunció la enfermedad de Fidel y menos en una ceremonia con tanto significado político. Se firmaban acuerdos con Venezuela por 1.500 millones de dólares.

Al lado de Raúl, el ministro de Energía venezolano, Rafael Ramírez, y el virtual vicepresidente, Carlos Lage. Luego, todos los otros funcionarios. Como en el Kremlin, aquí los asientos, las posturas y los estados de ánimo se pueden leer como hojas de té en el fondo de la taza. La relación política y económica con Venezuela es de máxima prioridad para Cuba. La isla depende del petróleo de Caracas como por dos décadas dependió del soviético. Esta vez fue un convenio de 355 proyectos y la instalación de once plantas de etanol en Venezuela para las que se va a destinar toda la zafra azucarera. "Sin la ayuda venezolana la economía cubana ya se hubiera caído", dice un economista independiente. El otro punto clave es que de la ceremonia participa el hombre que ha sido ministro de Defensa desde la Revolución de 1959 y decenas de altos oficiales que manejan las empresas del Estado. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) hoy controlan el 30% de las compañías cubanas y producen el 64% de las divisas que entran al país.

Los generales en actividad y algunos retirados dirigen 844 empresas que van desde ingenios azucareros hasta hoteles y de gasolineras hasta acerías. Y se forman en el denominado Grupo de Administración Empresarial que dirige el general Julio Casas Regueiro, el segundo oficial en jerarquía detrás de Raúl Castro. Allí se enseña lo que denominan un sis tema que combina "la organización capitalista con los principios socialistas". Y en el fondo se trata de un sistema de organización basado en los estímulos materiales. Se premian la productividad, la efectividad y el racionalismo. De acuerdo con el coronel Armando Pérez Betancourt, director del Sistema de Perfeccionamiento Empresarial (SPE), que maneja buena parte de las empresas, citado por la prensa cubana, "el principal objetivo es elevar la eficiencia y que ésta se refleje en un crecimiento permanente de las utilidades y los aportes en divisas al Estado".

Y los militares apuntan orgullosos a una estadística oficial recientemente publicada: de las 844 compañías de su sistema apenas el 7% registró pérdidas comparado con el 38% del resto de las empresas estatales. "La verdad es que son los más eficientes. Da gusto hacer tratos con ellos porque lo que prometen lo cumplen. Y si lo comparamos con el resto de las empresas, particularmente en el turismo, son una verdadera maravilla", comenta un empresario español mientras se toma un mojito en el bar del hotel Meliá Cohíba.

No es nueva la participación de los militares en la economía cubana: viene desde el momento de la gran crisis de los años noventa, cuando la Unión Soviética dejó de proveer a la isla con 4.600 millones de dólares al año. En ese momento, el PBI se redujo en más de un 35% al tiempo que el producto básico de exportación cubano que era el azúcar cayó abruptamente en todos los mercados. En 1997 se hizo cargo del Ministerio del Azúcar el general Ulises del Toro, un veterano de la lucha contra la dictadura de Batista y de la guerra de Angola. Se necesitaba disciplina para poner en orden un sector de la economía que dejó sin trabajo a 650.000 personas.

Todo esto en el contexto de un crecimiento espectacular de la economía. De acuerdo con las cifras oficiales, en 2005 se registró un aumento del 11,8% del PBI y en el 2006, un 12,5%. "Este es un logro aún más sorprendente por alcanzarse en un país que está sometido injustamente desde hace medio siglo al criminal bloqueo de Estados Unidos", asegura el ministro de Economía, José Luis Rodríguez. Pero los técnicos independientes aseguran que esas cifras que suponen el mayor crecimiento económico de América latina, por encima de Argentina y Venezuela, se deben a que se sumaron los servicios médicos y educativos que los cubanos dan dentro y fuera del país a niveles de precios internacionales, cuando en realidad los profesionales los reciben en el devaluado peso cubano. "El crecimiento de Cuba no es nada inventado, no es nada que alguien decretó. Hoy en día no se podría explicar el comportamiento económico del país, como no se pueden explicar los ingresos a la balanza de pagos si no se tienen en cuenta los servicios", explica Alfredo Jam Masso, director de Macroeconomía del Ministerio de Economía y Planificación.

Ese crecimiento tampoco se puede entender sin las 72.000 toneladas al año que se extraen de níquel en Cuba. El valor internacional de este mineral es de 43.000 dólares la tonelada. Como tampoco se pueden comprender sin las inversiones chinas en petróleo y minería. O el turismo, que logró generar las mismas ganancias que alguna vez tuvo el azúcar pero con apenas una tercera parte de empleados.

Y los trabajadores de estas industrias son los privilegiados de Cuba. Son los que tienen mayor acceso al CUC, la moneda convertible, que los transforma en "los nuevos ricos" cubanos.

La mayor distorsión de la economía está en las dos monedas que circulan en Cuba, la del peso cubano que se cotiza a 25 unidades por dólar, y que es en lo que se pagan todos los salarios y con lo que se pueden comprar los productos básicos; y el peso convertible, que es con lo que se compra todo lo demás y que se cambia a 1,20 dólar por unidad. Es decir que el CUC está al nivel del euro y pone los precios de los servicios cubanos entre los más caros del continente.

"La única manera de sobrevivir es teniendo un familiar afuera que te envíe dólares (1.200 dólares al año es lo máximo que permite el gobierno de Estados Unidos al medio millón de cubanos residentes en ese país), recibiendo propinas o incentivos en CUC o robando al Estado para venderlo en CUCs", me explica Oscar Espinosa Chepe, un economista independiente. "Y el 60% de la población tiene acceso de una u otra manera a la moneda convertible. El problema lo tiene el otro 40%. Esto ha creado prácticamente dos clases sociales en Cuba", agrega.

Regresando al recinto de las convenciones, ya con Raúl fuera de la sala y los militares más relajados, me pongo a conversar con un oficial. Es un hombre de mediana edad y un rango alto. Asegura que no le disgusta para nada dirigir una empresa. "Ya se acabó lo de la guerra en Angola y esas cosas. Ahora tenemos esta otra tarea que es tan dura como la guerra, pero me siento a gusto. Y te quiero aclarar que no nos estamos haciendo ricos con todo esto, como cree el imperialismo. Ganamos unos 30 dólares (unos 680 pesos) y podrás ver que para irnos a casa tendremos que hacer botella (dedo, autostop)". Pero Orlando, un empleado del lugar que escuchó la conversación, me dijo después que "es verdad que los militares no roban, pero tienen muchos privilegios a los que todos los otros no podemos acceder", y enseguida me ofreció una caja de habanos Cohiba: "Es de los buenos, los consigue un amigo directamente en la fábrica (lo dice con una media sonrisa mentirosa) y se lo puedo dejar muy barato. Cómpreme que necesito unos CUC para mandarle a mi mamá en el campo."

El poder militar, un cuerpo monolítico sin fisuras visibles

Fuente:
Clarin.com

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) cubanas son un cuerpo monolítico al que no se le ven por ahora fisuras. "Algunos quieren ver una especie de 'golpe militar democrático' que cambie el régimen, pero no entienden que los militares son la esencia del régimen", explica un diplomático con años de experiencia en el laberinto político de la isla.

El poder de los uniformados proviene directamente del Politburó del Partido Comunista. Cinco de sus 19 miembros son generales: Leopoldo Cinras, Ramón Espinosa, Abelardo Colomé, Julio Casas y Ulises Rosales del Toro. Otro general poderoso es Abelardo Colomé Ibarra, el ministro del Interior. Pero el oficial de mayor rango tras los hermanos Castro es el general Alvaro López Miera, un hombre de 62 años (relativamente joven para la nomenclatura cubana) y ocupa el cargo de jefe del Estado Mayor de las FAR.

Estos hombres tienen bajo su mando trescientos mil soldados profesionales más un millón de hombres y mujeres de las denominadas Milicias de Tropas Territoriales. Y otros 3,5 millones de trabajadores de las Brigadas de Producción y Defensa también reciben entrenamiento militar. Una cifra impresionante para un país que cuenta con 11,3 millones de habitantes.

Las Fuerzas Armadas cubanas son las únicas con experiencia de combate de guerra fuera de su territorio en América Latina y las únicas que salieron victoriosas de dos conflictos: los de Angola y Etiopía.

"Tienen un armamento un poco obsoleto, pero están muy bien entrenadas, mucho mejor que cualquier ejército del continente, exceptuando Estados Unidos", se explaya el diplomático.

Hasta ahora no han tenido grandes deserciones. La más sonada fue la del general Rafael del Pino, en 1997, que se fue con un avión de combate a Estados Unidos. Era un héroe de la invasión de Bahía de Cochinos en 1961. Y el momento de mayor zozobra lo vivieron los militares en 1989, cuando Fidel Castro mandó fusilar al general Arnaldo Ochoa y a otros dos altos oficiales acusados de corrupción. Ochoa era un muy popular general que había comandado a las tropas cubanas en las guerras africanas.

El momento más difícil de la Revolución se registró entre 1993 y 1994, cuando la población, ya cansada de las necesidades económicas producidas por la desaparición de la Unión Soviética, se lanzó a protestar en las calles. En agosto del 94 se produjeron los disturbios más violentos, cuando un grupo de jóvenes se congregó espontáneamente en el Malecón de La Habana gritando "libertad" y "abajo Fidel". En ningún momento actuaron las Fuerzas Armadas. Fue el propio Fidel Castro que salió a la calle para enfrentar a los manifestantes y el "trabajo sucio" lo hicieron unas "brigadas de acción rápida" de militantes del partido.

"La represión destruiría la mitología popular que mantiene el sistema; es por esa razón que los militares no van a salir a reprimir", explica un veterano periodista extranjero con más de 30 años de trabajo en la isla