La Red Avispa, un orgullo en La Habana
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Clarin.com
Rosa Freijanes y Elizabeth Palmeiro están sentadas frente a mí y no paran de hablar de sus maridos y otros tres hombres que están encarcelados en Estados Unidos y que son hoy los máximos héroes en Cuba. "Queremos que los liberen. Pero también que tengan un juicio justo fuera de Miami", dice Rosa. "Que los expulsen como hicieron con otros espías israelíes o rusos", agrega Elizabeth.
Los esposos de Rosa, Fernando González, y Elizabeth, Ramón Labañino, fueron condenados en el 2001 a penas que van desde 15 años hasta cuatro cadenas perpetuas. Se los acusa de "conspirar para espiar", de no haberse inscripto como agentes extranjeros ante la Fiscalía General de Estados Unidos, de poner en peligro la seguridad del país y de conspirar para cometer asesinatos. La Justicia estadounidense dice que son los integrantes de la denominada Red Avispa para espiar dentro del país.
Los servicios secretos cubanos armaron la operación en 1990 con el objeto de intentar detectar las posibles operaciones terroristas que se pudieran estar armando entre los exiliados más radicalizados de la Florida. Primero enviaron a René González, un joven piloto que tiene ahora 34 años, nacido en Chicago pero criado en Cuba. En diciembre de 1990 González robó una avioneta en un aeródromo cercano a La Habana y aterrizó en Boca Chica, Florida, diciendo que escapaba de la dictadura castrista. Fue recibido con gran alegría por los exiliados y muy especialmente por los que estaban organizando Hermanos al Rescate, un grupo anticastrista de aviadores.
Poco después fueron llegando Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Ramón Labañino y Fernando González. Todos se adentraron sin mayores problemas entre las agrupaciones del exilio.
"Estos cinco héroes nos salvaron de varios atentados. Nosotros recibimos la información y la pasamos a las autoridades estadounidenses. Ellos sabían perfectamente que ellos estaban trabajando contra el terrorismo. Algún día la Historia va a contar cuánta información que ellos consiguieron nosotros les pasamos a las más altas autoridades estadounidenses y cuántas vidas se salvaron", explica Ricardo Alarcón, el presidente de la Asamblea Popular de Cuba.
En setiembre de 1998 el FBI arrestó a los cinco hombres y comenzó un accidentado juicio que las presiones de los exiliados de Miami impidieron que se realizara en otro estado que no fuera la Florida donde ellos tienen influencia. El hecho ocurrió en momentos en que había comenzado un discreto acercamiento entre La Habana y Washington por una mediación del Nobel colombiano Gabriel García Márquez, amigo personal de Fidel Castro y del entonces presidente Bill Clinton.
"Se habían logrado progresos para que los liberaran, pero el hecho de que tuvieran que devolver al niño Elián exacerbó a los exiliados de Miami y nuestros maridos pagaron por su rabia de haber tenido que devolverlo a su padre en La Habana", cuenta Rosa.
Hubo otro hecho importante: a Gerardo Hernández se lo relaciona con el derribo de dos avionetas de la organización anticastrista Hermanos al Rescate, que ayuda a los balseros que cruzan las 90 millas que separan Cuba de Estados Unidos, pero que también hicieron al menos 20 vuelos sobre territorio cubano para arrojar panfletos de propaganda contra el régimen. En el ataque ocurrido cuando dos aviones de combate cubanos salieron al encuentro de las avionetas y las derribaron, el 24 de febrero de 1996, matando a cuatro personas. Ese día, después de que La Habana advirtiera a Washington por un comunicado público que no iba a admitir más violaciones a su espacio aéreo, las avionetas despegaron hacia la isla pese a ser advertidas por los controladores militares cubanos que se acercaban a una zona restringida.
"Nuestros maridos no cometieron ningún delito y menos de sangre. Estaban allí para defendernos. Son unos héroes", asegura Elizabeth.
Una campaña que intenta amplificar el gobierno. Las fotos de los cinco hombres de la Red Avispa están en cada escuela, hotel y edificio público de la isla. Y si esto fuera poco, hay varios murales pintados con sus caras en las paredes del centro de La Habana, tratando de que sea un aguijón en la memoria de los cubanos.
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